domingo, 7 de septiembre de 2008

Despedida - "La vida está ahí afuera"


“Nada es estático.
Nada es eterno.
Todo se destruye.”


(Club de lucha, Chuck Palahniuk)

En efecto. Todo se destruye. Nada es estático. Ni permanente. Nada dura por siempre. Nada es eterno. Nada de nada.
Y esto también se acabó. Esto. Este blog. Este espacio virtual. Finalizó. Ya no tiene sentido seguir con él adelante. No tiene sentido. No quiero. No quiero continuar, no quiero seguir adelante con algo virtual e irreal. Ha llegado el momento de despedirse. De despedirse de la virtualidad. Y esperemos que para siempre.

No negaré que muchas veces me ha ayudado mucho el poder compartir distintos textos, pensamientos, vomitonas de todos los colores, noticias, haikus y poemas…, con aquellos y aquellas que un día llegasteis a este espacio y leísteis lo que había en él, y os gustó, y no os gustó nada, y llorasteis, y reísteis, y os cagasteis en mi puta madre, y quisisteis felicitarme, y reflexionasteis, y os intentasteis suicidar, y decidisteis empezar a vivir…, sí, en muchos momentos me ha ayudado mucho. Y puede que a alguno/a de vosotros/as también. Y me ha gustado. Me ha gustado ver y oír vuestros comentarios. O no, no me ha gustado y, en realidad, no os he hecho ni puto caso. No lo negaré. Claro que no. Pero el tiempo corre. Y muy deprisa. Corre. Y la vida también. Cambiamos. Evolucionamos. Involucionamos. De todo. El tiempo corre y la vida también. Y ya no quiero continuar colgando textos, defecando en la virtualidad. Para mi eso ya no tiene sentido alguno. Porque la verdad, la realidad, la vida, esta ahí afuera. Esta ahí afuera. Y esto solo es un refugio, solo es un maldito y jodido refugio. Esto solo es una mierda. Así es. Aunque en algún momento nos pudiera ayudar. Aunque en algún momento pudiera transmitiros lo que quería transmitiros. Aunque en algún momento os hubiera podido ayudar. Aún así. Aún así esto es sólo basura. Y virtualidad. Y mediatización. La vida está ahí afuera. Solo ahí. Así que salgamos ahí afuera. Vayámonos de aquí. La vida está ahí afuera.
Y no. No estoy diciendo que los textos y pensamientos, las vomitonas de todos los colores, las noticias y los haikus y los poemas… sean basura y mierda. No es eso lo que estoy diciendo. Estoy diciendo que la basura y la mierda es la virtualidad. Es Internet. Es la mediatización. Esa es la basura y la mierda. Todo esos textos y pensamientos y vomitonas y noticias y haikus y poemas, todo eso está bien, sí, claro que está bien, muy bien, pero no quiero seguir transmitiéndolo de forma virtual, no quiero seguir transmitiéndolo a través de Internet. Por que yo seguiré teniendo pensamientos, y seguiré vomitando y escribiendo textos, y poemas, y haikus, y seguirá habiendo noticias que compartir, pero todo eso lo quiero compartir ahí afuera. Con la gente que tenga cerca. Todo eso hay que compartirlo ahí afuera. Ahí afuera. A muchos y muchas de vosotras no os conozco, y tal vez nunca más pueda transmitiros todo eso. Tal vez nunca os conozca. Quién sabe. Pero eso no importa. Si no soy yo será otro, otra, otros, otras. Qué más da. La cuestión es salir de la virtualidad y empezar a compartir y luchar y hablar y llorar y cagarse en nuestras putas madres… de forma real y no mediatizada. Tal vez algún día nos encontremos en alguna calle, en algún camino, en algún bosque, en algún cementerio, en alguna montaña, en alguna carretera, en algún campo, en algún pueblo, en alguna alcantarilla, en algún árbol… en algún lado. Tal vez. Y tal vez, cuando nos encontremos, compartamos todo eso que sentimos, o alguna cosa que sentimos. Tal vez. Tal vez nos matemos o nos abracemos o ni nos hablemos. Quién sabe. Qué más da. La cuestión es salir ahí afuera. Por que ahí es donde tenemos que estar. Ahí está la vida.

Las campanas siguen doblando. Siguen tocando. Continúan con su réquiem. Doblan cuando te esclavizas, cuando te rindes, cuando te dejas consumir, cuando no destruyes aquello que odias, aquello que te destruye. Aquello que te oprime. Las campanas siguen doblando y no lo dejarán de hacer hasta que no rompas tus cadenas, tus miedos, hasta que no derruyas tu cárcel, hasta que no te decidas a vivir, a ser libre. Las campanas continúan con su réquiem. Siguen doblando. Doblan cuando permites que te dominen, que te utilicen, que te usen, cuando dejas que te conviertan en un producto, doblan cuando decides ser un muerto, cuando aceptas los roles impuestos, cuando aceptas la rutina, el tedio y el ritmo mortífero, cuando comulgas con los valores y la moral de la cultura. Doblan cuando aceptas vivir en los márgenes de esta civilización. Doblan cuando aceptas esta civilización.
Y este espacio virtual iba, en parte, dedicado a aquellos por quien doblan las campanas, este espacio virtual iba dedicado a aquellos por los que, en algún momento, doblaron las campanas, por ti, por mí, por aquél, por aquella. Por todos. Y por todas. El contenido de este espacio virtual iba por ellas, por nosotras, e iba encaminado a conseguir que dejaran de doblar las campanas. Iba encaminado a que destruyésemos nuestras cadenas y empezásemos a vivir. Iba encaminado a que nos diésemos cuenta de qué tenemos que destruir y por qué lo tenemos que destruir. Iba encaminado a que nos diésemos cuenta que la civilización es un maldito cáncer y que hay que acabar con él. Iba encaminado a que, cada una de nosotros, en nuestras vidas, empezásemos a vivir la anarquía a la par que aniquilábamos la esclavitud. A eso iba encaminado.
Abrí este espacio porque día a día en mi vida, y a mi alrededor, escuchaba el réquiem de las campanas, y quería transmitir lo que sentía, necesitaba transmitirlo. Y ya ha pasado un año. Y, poco a poco, día tras día, he ido cambiando, evolucionando, involucionando. De todo. Lo podéis ver claramente en este espacio y sus textos (y vomitonas, y haikus, y poemas, y…).
Y hasta este punto he llegado. Y me he dado cuenta que este ya no es mi sitio. Me he dado cuenta de que la virtualidad es mierda, es dañina, es chatarra asquerosa. Y quiero huir de ella. Quiero salir de ella. Así que me voy de aquí. Dejó de escribir en este blog. Y me largo de la virtualidad.


Tan sólo quería escribir una despedida. Anunciarlo. Y dejarlo claro. Dejar más o menos claros los motivos.
Y quiero volver a repetir lo que ahora me parece más importante que nada. Que la vida esta ahí fuera. Que debemos huir de la virtualidad. De la mediatización. De la irrealidad. De toda esa mierda. Que debemos destruir la esclavitud y empezar a vivir. Que debemos vivir. Vivir. Luchar por la anarquía. Y destruir la civilización. Vivir como queremos vivir a la par que destruimos lo que queremos destruir. Vivir. Destruir la civilización.
No queda nada más que decir.
Tan solo queda repetirme por última vez.
Y tal vez un día nos veamos y nos encontremos ahí fuera, en algún lado, en alguna calle, en algún bosque, en algún campo, o en algún pueblo, o en algún árbol, o alcantarilla, o cementerio, o carretera, o montaña, o…, en algún lado. Tal vez. Quién sabe. Qué más da. Lo importante es que salgamos ahí afuera. Que dejemos de lado la virtualidad. Lo importante es salir ahí afuera.
Por que ahí afuera está la vida.

martes, 2 de septiembre de 2008

Descarga.
Descarga.
Descarga.

Y ya está.
La segunda ha sido la más contundente. La más grande y potente. Por lo tanto, la más gratificante.

Finito. Fin. Finalizado. Se acabó. Pero nada. Da igual. El proceso de descarga ha concluido y él continúa ahí. Pensando y leyendo.
Pensando y leyendo.
Forzando casi inconscientemente para comprobar si, en efecto, el proceso ha terminado.
Y deja de leer. Y ahora se pone a pensar.
Pensando.
Todos los días, exceptuando algunos días escasos, realiza esta labor de descarga. De carga. Y descarga. La segunda parte, la descarga, es más concreta y también más rápida, exceptuando algunos casos muy escasos. Y le gusta. Le resulta gratificante. Exceptuando, claro está, algunas ocasiones escasas. Le resulta muy placentero. Descarga.
Y ahora, joder, no sabe qué hace ahí. Ni siquiera se lo plantea. Pero ahí sigue.
Pensando.
Y no para de darle vueltas a la puta cabeza. De darle vueltas a muchos putos y variados temas. De vez en cuando se asoma para ver cómo ha ido. Qué tal ha ido la descarga. El proceso. Para observar las condiciones de la carga recién descargada. Se asoma. Y observa. Esta vez ha resultado aún más gratificante la labor debido a que le han gustado las condiciones en las que se encuentran las cargas. La carga fragmentada.
La verdad es que el hecho de que esté fragmentada no importa absolutamente nada. Hombre, hay que ser sinceros, y la verdad es que él piensa que cuanto más entera esté la carga descargada muchísimo mejor. Le encanta verla lo menos fragmentada posible. Pero, vamos, joder, tampoco es que importe mucho.
Y ahí sigue. Lo hace muchas veces. Exceptuando blablabla. Realiza la labor y una vez finiquitada se queda ahí.
Pensando. Leyendo. Hablando, consigo mismo. Jugando. Rebuscando objetos. Lo que sea.
Pensando.
Y esta vez es una de esas muchas veces. Ahí sigue.
Tampoco se puede decir que lo que esté reflexionando sea de notable importancia. Habría que dudar incluso que siquiera fuera de suficiente importancia. Escasísimas veces es de sobresaliente importancia. Exceptuando… bah, ya sabéis.
Se vuelve a asomar para contemplar durante unos segundos su carga. En este caso, como casi siempre, sus cargas. Su carga fragmentada. Y sonríe. Sonríe. Sí, joder, sonríe.
Esta vez ha ido muy bien. De puta madre. Genial. Buah. Ni os lo imagináis.
Ha ido bien.
Y no para de pensar. De pensar y pensar. Joder. Piensa y piensa. Y perdonadme, pero no os puedo revelar cuáles son sus pensamientos. En serio. Perdonadme.
No os lo puedo decir, así que, por favor, dejad de insistir.
Y no para. De pensar. Y pensar. Pensar.
Se levanta y observa la carga. Las cargas. La carga fragmentada. Se pone en pie. Y la observa. Y, poco a poco, va acercando la puta cabeza a la carga. La acerca más y más. Para mirarla lo más cerca posible. Lo hace algunas veces. Y ésta, es una de ellas. La sigue acercando. Os sorprenderíais de lo cerca que está su jodida cabeza de las cargas. Las tres cargas. La carga fragmentada en tres. Y ya. Frena el avance de su cabeza. Y se queda mirando. Y cierra los ojos. Pensando. Cierra los ojos. Pensando. Y respira profundamente. Pensando. Y sigue con los ojos cerrados. Y ya. Los abre. Y se reincorpora rápidamente. Y se queda quieto. Totalmente quieto. Ahí está. Ya dejó de sonreír. El rostro le ha cambiado sustancialmente. Ahora se refleja en su rostro una mezcla de amargura y melancolía. Ahí está.
Pensando. Quieto.
Ahí está.
Observando con su nueva expresión en el rostro, con su nuevo rostro, la carga descargada.
Y cierra los ojos. Y respira hondo. Profundamente. Y los vuelve abrir. Y vuelve a observar allí, vuelve a observar su carga que se encuentra ahí al fondo, en el hueco. Flotando.
Pensando. Quieto.
Y sin saber por qué. Joder, sin tener ni puta idea de por qué. Le brota una lágrima de sus ojos. Del izquierdo para ser más exactos. Le brota una jodida lágrima que se le derrama por su mejilla.
Ahí está, quieto. Y con una lágrima corriéndole por la cara. Ahí está. Quieto. Con los ojos empañados en lágrimas.
Y ya.
Y se mueve. Y ya. Ya está. Se mueve. Y se acerca a tirar de la cadena. Y tira de la cadena del retrete. Y ya está. Y su mierda se va. Se va. Se va en ese remolino de agua.
Y ya. Y nada. Y da igual. Ya está.
Y se va. Y cierra la puerta del baño. Y no se ha limpiado el culo. Bueno. Qué más da.
Y ya. Ya está. Finito. Fin. Finalizado. Se acabó.
Y se va.