lunes, 3 de diciembre de 2007

Si quieres perder el tiempo. Dos minutos o tres. O puede que cinco. Si estás como un zombi frente a tu ordenador y no sabes qué cojones hacer por que llevas 2 horas habiéndote chupado todas las putas páginas de La Red. Si tus ojos poco a poco se van cerrando. Lentamente. Si no sabes que coño hacer. Lee lo que voy a escribir a continuación. Metete en el cuerpo la mierda que dentro de unas cuantas lineas vas a ver escrita. Y te lo digo de antemano es una puñetera paja mental. Es una basura de esas que me gusta escribir.

Bueno, y si no quieres perder segundos y minutos de tu repgunante y rutinaria vida. Si no quieres leer una basura de texto que no te va a aportar absolutamente nada. Si no te quieres cagar en mis jodidos muertos de mierda. Si no quieres leer un texto de una mente completamente enferma. Pues eso. No lo leas. Y punto.

Aquí lo tienes:


Son las 18:04. Exactas. En su puto reloj digital pone que son las 18:04:42.
Y al gilipollas no se le ocurre otra cosa que encerrarse en el cuarto de baño, bajarse los pantalones y masturbarse.

Su madre está haciendo la cena. Su hermano mayor está dando vueltas por la casa, hablando por télefono con esa supuesta novia que todo el mundo sabe que se folla a otro/os. Y su padre está despatarrado en el sillón frente a la caja tonta.


Y el niñato de mierda, que estaba sentado en la silla de su habitación con la polla dura como una piedra, lo que hace es ir directo al baño para cogerse el rabo con la mano derecha y para mover la piel que recubre ese vomitivo rabo hacia delante y hacia atrás. Hasta que salga un chorro blanquezino y espeso que luego se tendrá que limpiar con papel higiénico.
Así es. Abre la puerta del baño y la cierra cuando ya está dentro, con pestillo. Se baja los pantalones azules marino y seguidamente se baja esos patéticos calzoncillos. Y ahí está. Sentado en el retrete con la polla totalmente empinada. Roja. Con las venas remarcadas. Y coge su pene con la mano y empieza el onanismo. Arriba. Y abajo. Más rápido. Y ahora un poco más lento.
En su mente se entrelazan tetas. Coños. Pechos. Puvis femeninas. Llámalo como te resulte más apropiado. Da igual. Va a seguir siendo lo mismo.
Diferentes tias. Que se la comen. Que se la cascan. Tias a las cuales les mete su pene hasta el final. De donde sea.
Tias que conoce. Joder. Ahora aparece su peor enemiga. Y su mejor amiga. Y esa profesora. Puto pervertido. Frena un poco el movimiento de su alocada mano e intenta centrarse en una tia en concreto. Vale. Venga. Su ex. Sí, en esa hija de puta es en la cual se quiere centrar. Correrse pensando en ella.

Ya falta poco. Falta menos. Nota su pene cada vez más caliente. Y nota que el semen. Que los espermatozoides, se están impacientando y quieren salir de una puñetera vez. Entonces ahora se la casca con más fuerza. Rápido. Muy. Muy rápido. Ya llega. Ahora. Dentro de unos pocos segundos. Ya llega...

Cinco

Venga, joder, venga!

Cuatro

Tres

Falta menos.

Dos

Casi, casi...

Uno

....

OHHH.
El semen sale de su pene en tres disparos.
El jodido gilipollas degenerado pone los ojos en blanco.
Ese líquido blanquecino que siempre ha desprendido un olor que al puto niñato de mierda nunca le agradó, se derrama por su mano. Y por su pierna. A caido alguna gota al suelo. Y en la punta de su pene quedan restos de semen. Bastantes.

Y de pronto, ese niñato consentido y pervertido. Ese puto imbécil. Retrasado. Y subnormal. De pronto. Se queda mirando muy atentamente su vomitivo semen. Y el puto idiota, mientras mira muy fija y detenidamente su semen... se pone a pensar en que ese líquido blanco, en que sus espermas, en que su semen, realmente, es, o más bien, puede ser, la mitad de sus problemas. De sus alegrías.
Si ese líquido blanco lo derramará en el interior de un coño, ese líquido sería la mitad de sus lágrimas. Y de sus gritos. Y de sus broncas. Y de sus disgustos. En eso es en lo que se pone a pensar.
Ya ves. Menudo loco.
Con el semen en su mano. Y en el muslo de su pierna. Y en el suelo. Y en la punta de su rabo. Piensa en que ese asqueroso liquidillo tiene una importancia enorme.

Sus lágrimas.
Sus risas.
Sus griteríos.
Sus puñetazos en la pared.
Sus malas noticias.
Y sus buenas nuevas.
Su amor.
Su odio.
Su rabia.


Bueno... la mitad de todo eso.

La mitad de un jodido mequetrefe/a al que tendría que alimentar y querer.

Qué putada.
No lo quiere ni pensar.
...



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Bueno... como dice el dicho:

"El que avisa... no es traidor"

1 comentario:

Hepatocarcinoma Joe dijo...

Lo he leído. Me ha hecho recordar mi infancia.